martes, febrero 08, 2005

Acto de justicia


Carlos tomó el balón con ambas manos, lo giró un poco y volvió a colocarlo sobre el manchón penal. Atrás de él unas sonrisas cómplices lo saludaron. Miró bien al portero. Era alto y un vaivén de coraje bailaba en sus ojos mientras el árbitro se encaminaba a su lugar en las bordes de la meta. Carlos volvió el rostro y buscó a Mario. Lo encontró sonriente. Los raspones brillaban en su rodilla a causa de la barrida donde le habían quitado la pelota. Carlos había estado muy cerca de la jugada y vio cómo el balón, peleado entre dos pies salió lejos de su trayectoria inicial. Luego Carlos comenzó a gritar y se llevó ambas manos a la rodilla donde ahora había sangre. El árbitro no tardó en marcar penalti y cuando iniciaba la cámara húngara Carlos fue por el balón y lo colocó en el manchón. El portero fue y le dijo, tú sabes que no es penal pero Carlos lo ignoró. Ahora estaban ya solamente los dos y el balón de por medio. Cuando el árbitro sonó su silbato Carlos dio cuatro pasos cortos al frente y golpeó el balón con fuerza. La pelota se elevó, formó una comba, el portero dio un salto que apenas si arañó el aire y luego cayó pesadamente sobre tierra pero el balón se había ido lejos, hasta las otras canchas. Escuchó detrás de él los lamentos del equipo y luego Mario cuando pasó frente a él lo encontró molesto. Los gritos llegaban de las otras canchas cuando Carlos fue con el portero, lo ayudó a levantarse y le dijo: ya sabía que no era penal.