lunes, noviembre 21, 2005

A veces cierro los ojos y al instante todo se despeja. Es tan solo un breve momento donde las cosas se ordenan en el silencio y siento que pierdo la proporción con lo que me rodea; y solo vale esa sensación primordial del pensamiento. Y el pensamiento, la idea, punza como un puñal nuevo, pero también se extiende, como el velo que cubre el rostro de una bailarina. Asi, a veces pienso con los ojos cerrados y la razón incendia desde su origen de llama para ver en sí, el verdadero valor o no de las cosas. La medida exacta de la escritura, la literatura, las caricias, la importancia de la familia y el poder adquisitivo quedan al fondo, con lo inanimado y en el silencio. No hay rumor. No hay ruido. Es un breve instante donde todo es oscuridad y silencio. Es un breve instante donde, aunque soy, estoy muerto.