martes, junio 13, 2006

Entrevista en un acto con Denisse Zúñiga

Personajes:
Antonio Ramos
(entrevistador, edad 29 años, lleva una grabadora y un libro)
Denisse Zúñiga
(dramaturga y actriz, edad 26 años, lleva una mochila)
Becario
(hombre o mujer de entre 20 o 29 años)


Escena No. 1

Sala amplia. Al centro hay una gran mesa de madera con sillas negras al lado. Grandes ventanales dejan entrar la luz y los sonidos de la calle. Una alarma de automóvil se escucha débilmente lo mismo que el paso de los coches en la calle. En la mesa están sentados Antonio y Denisse. Ella viste de forma casual y respira un poco con esfuerzo. Él coloca una grabadora plateada y pequeña al centro de la mesa. Primero oprime el botón y Denisse observa la grabadora con aire curioso. Después él deja de grabar y se ve que hablan cuando él pone un libro sobre la mesa El libro se llama: El minutero.

Antonio
(Mira hacia la ventana y después hacia Denisse. Se escuchan voces muy débiles en el ambiente)

Te conozco mucho como actriz pero poco como dramaturga. ¿Qué es primero en Denisse, la actriz o la dramaturga?

Denisse

La dramaturga. Cuando entré a la facultad de filosofía y letras, la carrera se llama licenciatura en literatura dramática y teatro, pero un maestro nos decía: muchos de ustedes vienen por la última palabra: teatro. Preguntó que quienes habían visto literatura dramática. Y recuerdo que yo fui la única que alzó la mano porque me interesaba mucho. Desde chiquita yo quería ser escritora, pero no sabía qué iba a escribir. Intenté cuento, una novela a los trece años, bastante mala. De pronto veo una obra de teatro y me impresionó muchísimo como alguien podía, a través de otra persona, el actor, causar una impresión como la que tuve en ese momento, en esa obra de teatro. Me dije, yo quiero hacer eso, yo quiero conmover a la gente de esa manera.

Antonio

¿En qué momento la dramaturga se encontró con la actriz? Porque hay excelentes dramaturgos, pero al momento de actuar tienen la imposibilidad para expresarse mediante el cuerpo y la transformación de la persona.

Denisse
(Sonríe y junta las manos, se recarga en la silla.)
Estar en el escenario es algo que siempre me ha gusto mucho, es como ir a un parque de diversiones y subirse a los juegos; pero nunca lo he visto como una carrera, por eso es que no me dediqué a ser actriz, mi carrera es la literatura.

Antonio

Si estuvieras en un parque de diversiones, ¿qué juego sería para ti la dramaturgia?


Denisse
(Las voces en el ambiente suben un poco de intensidad.)

Yo creo que el de azar, los juegos de esos que ganas al tirar globos, romper globos. Tirarlo y a ver qué premio te ganas, el chico o el grande.


Antonio

Generalmente, todos los jóvenes, hemos caído en el acto, el tirar los globos para ver qué premio literario te ganas, aunque no es lo ideal, pero hay un medio que sobre estimula la búsqueda del premio. ¿Cuál es el premio para ti cuando escribes, más allá de que un jurado diga: le damos un premio a esta obra por tal o cual acierto, cuando terminas una obra dramática?

Denisse

El premio es cuando la gente, al preguntarles, reciben el mensaje, la esencia de lo que yo quería contar. De pronto, en una frase dicen la premisa de lo que yo quería decir. Recuerdo una vez, en unas lecturas dramatizadas, se presentaron varios actores en tanda de tres. Me senté atrás de una pareja y el chico le dijo: “Ya vámonos”, pero la chica le respondió: “No, espérate, ya vienen las obras que me gustan”, eran las mías.

Antonio


Cuando la gente escribe se pone cierto retos. En la obra dramática, implica aún un reto mayor, porque hay que cuidar escenografía, que el actor transmita y sin embargo, tú asumiste un reto extra, ya que tus obras siempre tiene un patrón musical al fondo, a partir del cuál la palabra se encadena, sonoramente también, con la pieza. ¿Por qué este juego al momento de escribir, este reto con la música, como fantasma, un ritmo secreto en la obra?

Denisse
(se escucha una alarma de auto que suena a lo lejos pero es un ruido persistente)

En realidad, parte de un ejercicio. Cuando una pieza está como hablándome, diciendo: “cuéntame lo que estoy diciendo”, como si los instrumentos dijeran algo y quisiera revelar lo que quieren contar, de pronto es tomar estas piezas y decir: voy a contar la historia de estos instrumentos; pero también es una ayuda para mí. Hay momentos donde te sientes no motivado, no inspirado y acudes a la música viene alguna frase, alguna imagen, algo que te mueve y para mí, es escribir. Por eso la música, por eso tomo como punto de partida la música.

Antonio

Eso sería la forma de la obra. En el fondo, qué te gustaría escribir, qué emociones te gustaría transmitir. Tienes personajes esquizofrénicos, solitarios, un cierto tinte de lucha social, el conflicto contra el poderoso. ¿Qué temas te impulsan para escribir?

Denisse
(Denisse suelta una carcajada más amplia, que opaca el ruido de una alarma de auto que entra por al ventana.)

Esos que has mencionado.

Antonio

¿Por qué lo social? En la obra de Pablo, hay una gran visión social, el gobernador contra el gobernado y porqué utilizar para esta obra en especial, el famoso Huapango de Moncayo, ¿cómo empatar ambas cosas?

Denisse

En esa obra necesitaba empatar música que podían indentificar y en realidad, estaba haciendo un programa musical. Me gustan los compositores mexicanos: Blas Galindo, Arturo Márquez, José Pablo. Me ha llamado mucho la música mexicana. A mí, lo que el huapango me quiso decir, como el huapango se basa en contestaciones, lo que esa pieza me quería decir era una contestación entre un gobernador y alguien que le pide cosas: un gobernado.

Antonio

Los escritores, los narradores, ensayistas, poetas, batallan mucho para tener un feed back con su público. Para los dramaturgos en cambio, es más fácil, lo ve al momento que está ocurriendo pero esto, ¿no es un arma de dos filos?

Denisse

Los dramaturgos tienen un ego extraño. Creo que el dramaturgo tiene adentro un actor, un director. Somos gente muy sensible, nos pueden atacar fácilmente. A veces el público te puede subir el ego, apapacharte o te aplaude porque a la gente se le ha enseñado a aplaudir al fin de la representación. Pero, en esta parte de la dramaturgia, tiene muchas dificultades. Si el actor o el director cambian, ya no entendió. La mayoría de los dramaturgos optamos por montar nuestros propios textos, pero es, como te digo, el juego del azar, aguantar lo que sea.



Escena No. 2

Continúan en la sala de los espejos. Ahora hay café sobre la mesa. Es lo único que cambia. Ahora, ambos personajes constantemente se distraen mientras charlan. Miran hacia una puerta en la esquina. De ahí provienen de las voces. Son de becarios que esperan a que inicie una charla.

Antonio

¿Cuando pediste la beca de la Fundación pensaste que eras el gobernado que le pide la beca al gobernante?

Denisse

Podríamos decir que sí, en otras obras siempre utilizo gente que solicita cosas, trabajo, empleo, es como un monstruo que a mí me da mucho miedo, la solicitud, nunca sabes qué contestación vas a tener. Lo sentí como pedir a alguien que te trabajo.

Antonio

Y te dieron la beca y no sólo eso, sino que eres de las personas a quienes les renuevan la beca. Ya tienes dos años aquí. ¿Ya te quieres ir de la Fundación?


Denisse

Por una parte, sí, porque quiero ver, enfrentarme con otro monstruo que es el trabajo, muy emocionante pero terrorífico. Creo que la Fundación me ha apapachado en muchas formas y no sé, si también me ha puesto una visión idílica de lo que es ser escritor. Es como un sueño, muy dorado.


Antonio
(suben otro poco las voces de charla y la alarma del coche)

Muchos tienen epifanías dentro de la Fundación, en qué momento has dicho: ¡Qué padre, estoy aquí!


Denisse

La Fundación tiene muchas cosas buenas. En muy pocos países, creo que en ninguno, se le da este tipo de apoyo a los escritores jóvenes, pero, una epifanía fue cuando vino el maestro Carlos Prieto. Estaba sentada y de pronto veo este salón de los espejos, la duela, de pronto todos escucharlos, me dio la sensación de ser uno de estos reyes, que van a la corte músicos, poetas, que nos están como alimentando, como pequeños príncipes.


Antonio

Y como ese príncipe, se le exige algo, ¿cuál va a ser tu exigencia como creadora, cuando ya no estés en la Fundación, pero sabiendo que esto estuvo atrás, volviendo al plano social, ¿cómo vas a regresar todo lo que te han dado?

(Un becario entra a la sala de los espejos)


Becario

Ya llegó Rascón Banda, ¿no van a venir?

Antonio

Ahorita vamos

Becario

Sale, nos vemos ahorita.
(sale)

Denisse

(aprieta los labios en señal de despedida y alza la mano para decir adiós)

Antonio

Nos habíamos quedado en cómo regresar lo que se ha dado

Denisse


He estado mucho en la escena alternativa, pero incluso en ese sentido vas a darle función pero a los barrios de Coyoacán, no a los de Nezahualcóyotl. Siempre he estado en esa parte marginada, pero acogida. Me gusta participar en el EZLN pero no voy a Chiapas. Me gusta sacar cosas del discurso zapatista, pero para crear otras cosas. La Fundación es estar en la institución, pero también es estar al margen porque no está dada por el gobierno. Para mí la paradoja es cómo juntar ambas cosas.

Antonio
(las voces siguen en aumento pero la alarma del coche deja de oírse)

Han sido dos años, si la fundación fuera un montaje, qué personaje habría sido Denisse Zúñiga, el relación a todos los demás.


Denisse

Me gustaría ser el fauno, el que se esconde por ahí, el puc.


Apenas termina las voces que suben del patio aumentan y terminan por tapar la conversación. Denisse y Antonio se levantan. Antonio apaga la grabadora y Denisse toma su mochila. Salen por la puerta por donde había entrado el becario y el salón de los espejos se oscurece.


Fragmento de obra.

UNO

Un vagón de pasajeros.
El Hombre sentado con una pequeña caja de cartón en las piernas.
Sonidos y ecos de un túnel subterráneo.
Oscuridad.
Túnel. Luz.
El Niño vestido de futbolista se sostiene del tubo.

HOMBRE: (Al Niño sin mirarlo.) ¿Por qué no te sientas?
El Niño no contesta.
HOMBRE: Podría darte mil. Mil quinientos. No sé la tarifa, pero la última vez fue menos, pero hoy estoy dispuesto a…
El Niño no contesta.
HOMBRE: Olvídalo. Soy patético. Le prometí a mi esposa que no lo volvería hacer… Olvídalo. No he dicho nada.
NIÑO: ¿Mil quinientos?
HOMBRE: Sí.
NIÑO: (Pausa.) ¿Cuántos problemas tiene?
HOMBRE: Para qué te los explico, no los vas a entender, eres un niño.
NIÑO: El último hombre con el que intercambié estaba metido en un lío grande, alguien lo perseguía o algo así, por las noches yo gritaba muy fuerte. Mi madre se dio cuenta que me había intercambiado y me regañó. Podría no volver a jugar fútbol si lo vuelvo a hacer, por eso pregunto.
HOMBRE: Tengo una esposa, unos hijos. Una hipoteca. Ahí estoy de nuevo, disculpa… (Silencio.) La verdad es que me corrieron del trabajo. Eso es todo. Vicente, mi jefe, me odia. Se regodeó al decírmelo en mi cara. “No te queremos aquí. Firma tu renuncia y vete.” Tardé en darme cuenta de que había firmado los papeles sin indemnización alguna, y lo que hice fue sólo guardar algunos archivos, las fotos de mis hijos, Lalo y Pepe, ah y un pisapapeles que me dio el jefe de intendencia en mi cumpleaños. (Señalando la caja.) Todo está aquí.
Cuando llegue esta tarde con mi esposa a la casa… no sé… no quiero saber…
NIÑO: ¿En dónde baja?
HOMBRE: En la próxima.
Paso de tren.
NIÑO: ¿Hasta cuándo?
HOMBRE: (Pausa.) ¿Entonces sí?
NIÑO: ¿Hasta cuándo?
HOMBRE: El miércoles y ya, me sentiré mejor, hasta entonces tendré ánimos para buscar un nuevo empleo.
NIÑO: ¿No tiene una enfermedad terminal, verdad?
HOMBRE: No… que yo sepa.
NIÑO: A un amigo le pasó…

Oscuridad. Túnel. Luz

NIÑO: …al tercer día ya no estaba. Se disfrazan muy bien los casi muertos. Algunos niños, los que no tienen ni para comer, dejan que se los lleven a los hospitales, para comer aunque sea la comida de hospital, no importa, sino tienen cuidado y no regresan al cuerpo a tiempo se mueren… Es muy peligroso. (Pausa.) Mejor no.
HOMBRE: No niño, yo no tengo nada de eso, yo sólo… sólo soy un inútil, ¿entiendes? No sirvo para nada. Estoy sano. No me persigue nadie. Soy un fracaso nada más. Quiero descansar unos días.
NIÑO: ¿El miércoles?
HOMBRE: Sí, dos días…
NIÑO: ¿Me paga en efectivo?

Oscuridad. Túnel. Luz. Más ruido.

HOMBRE: (De pie.) Sólo tengo el cheque de la liquidación.
NIÑO: No me dejan cambiarlo. Soy un niño.
HOMBRE: Bájate conmigo, acompáñame al banco…
NIÑO: Tengo partido de fútbol…
HOMBRE: Bájate, me encanta el fútbol… yo jugué cuando era un niño…