Ofelia Pérez Sepúlveda no necesita presentación y sí necesita. La conocí, y ella lo sabe hasta el cansancio, en un evento literario hace mucho tiempo. Poeta, investigadora, promotora, Ofelia ha hecho mucho con sus investigaciones sobre la literatura del Norte. ¿Porqué investigas sobre todo eso? le preguntaron una vez y ella contestó: Porque es lo que hemos hecho. Así se ha embarcado en amplios proyectos de investigación, en entrevistas y más. Por mucho tiempo tuvo varios programas de música y entrevistas en Radio Nuevo León y cuando habla de música le brillan los ojos. ¿Dónde está Ofelia para los lectores? En muchos libros: Doménico, De todos los santos: herejes, Cuartos privados y La inmóvil percepción de la memoria. ¿Dónde está Ofelia en web? En www.ofeliaperezsepulveda.com ¿Dónde, dónde está Ofelia en este post? A continuación.
Balada de 2 de abril
“¿Tú qué sabes del amor si nunca has besado a un perro?”,
me dice la mujer en el 2 de abril,
y yo le sonrío a fuerzas,
porque eso de ir de pueblo en pueblo
y no tener respeto
por una mujer alcoholizada
no es algo muy bien visto en estos días.
“¿Tú qué sabes de la vida si no te ha mordido un burro?”,
y le contesto que no,
que es verdad,
que vivir es difícil,
que la culpa es del agave,
y le acerco el caballo y le sonrío.
Ella traga,
ríe,
se despeina
y me cuenta quién entra y quién sale del Cielo
--que así se llama el motel donde la rubia trabaja—
sobre la línea imaginaria que lleva de Toluca hasta el DF.
“¿Tú qué sabes?”, insiste,
“si nunca has perdido un diente a las tres de la mañana”.
Y le digo que quizás,
que tal vez.
Y sonrío de mirarla,
tan pulcra la heroína.
Y como a vaca sagrada
le prendo aún las veladoras
en noches de alcohol y de vendimias.
Porque nunca falta quien hable
de amor y de traiciones.
Porque viaja la voz más de corrido.
Porque nunca faltan diosas ni oferentes,
a todo el que ensaya eso de jugar a los versitos,
en honor a la rubia
de alcohol
y venerable,
no falta la hora en que rezonga
mi alma de devota y primitiva,
de foránea en casi todas las cantinas:
“¿Tú qué sabes del amor y de mordidas?”
“¿Tú qué sabes del amor si nunca has besado a un perro?”,
me dice la mujer en el 2 de abril,
y yo le sonrío a fuerzas,
porque eso de ir de pueblo en pueblo
y no tener respeto
por una mujer alcoholizada
no es algo muy bien visto en estos días.
“¿Tú qué sabes de la vida si no te ha mordido un burro?”,
y le contesto que no,
que es verdad,
que vivir es difícil,
que la culpa es del agave,
y le acerco el caballo y le sonrío.
Ella traga,
ríe,
se despeina
y me cuenta quién entra y quién sale del Cielo
--que así se llama el motel donde la rubia trabaja—
sobre la línea imaginaria que lleva de Toluca hasta el DF.
“¿Tú qué sabes?”, insiste,
“si nunca has perdido un diente a las tres de la mañana”.
Y le digo que quizás,
que tal vez.
Y sonrío de mirarla,
tan pulcra la heroína.
Y como a vaca sagrada
le prendo aún las veladoras
en noches de alcohol y de vendimias.
Porque nunca falta quien hable
de amor y de traiciones.
Porque viaja la voz más de corrido.
Porque nunca faltan diosas ni oferentes,
a todo el que ensaya eso de jugar a los versitos,
en honor a la rubia
de alcohol
y venerable,
no falta la hora en que rezonga
mi alma de devota y primitiva,
de foránea en casi todas las cantinas:
“¿Tú qué sabes del amor y de mordidas?”
Asi, ella es Ofelia. Búsquenla. Hay que seguir encontrándola.