Ayer descubrí ancianos a mis padres. Los vi con sus años amontonados, el largo cansancio resumido en ojos donde había más niebla que nada. Y me acordé de ellos siendo jóvenes cuando salían rodeados de hijos pequeños que lejos lejos jugaban pero siempre sin dejar de buscarlos; y me dio una tristeza malsana por tanta vida que se les había ido, por tanta vida que también a mí se me había alejado apenas en un volver el rostro y descubrirlos con tanta vejez compartida, tanta.