Ana se fue. Desde el día de ayer renunció a su carrera deportiva y tal vez tiene más valor que renuncie con la frente en alto y la clara revelación de las medidas corruptas y compadrazgos que existe en el deporte mexicano. El que exista corrupción en Codeme, Conade y circunvecinas no es nada nuevo, vamos son intistituciones mexicanas, pero el que una gran atleta eche en cara todas las mafias y desvíos de dinero es otra cosa.
Dirán, Ana sabía de esas corrupciones durante su carrera y aún así se vio beneficiada, diré, es cierto, pero incluso Ana Guevara tiene un hasta aquí. Todos deberíamos buscar nuestro hasta aquí para darnos cuenta que hace mucho que lo tenemos rebasado. Ayer, en televisión, era transparente cuando respondió a la pregunta de Luis García en Los protagonistas sobre si otros atletas la seguirán. No, dijo, ningún atleta me seguirá. Era como ese gigante de piedra que se lanza solo ante los embates de un mar furioso que le lame la piel rocosa y la vuelve lodo.
Ana Guevara se disolverá ante el mar de la corrupción del deporte mexicano, que nunca ha sido también hay que decirlo, un gran exponente en los foros mundiales porque el futbol (otro lugar amafiado pero cuyos dirigentes se ofenden si les dicen que son corrpuntos: ¿Yo? ¿No, no, cómo? ¿Estas seguro que yo? ¡Esta es una ofensa!
Creo que todos recordaremos esos últimos 49 segundos de la medalla olímpica. En el trabajo sólo se hablaba de eso. Los compañeros buscábamos algún radio, canales de televisión en internet donde se pudiera ver la carrera. Casi al filo de la competencia, alguien llegó con un televisor medio averiado. Aún así logramos sintonizar las olimpiadas haciendo malabares con la antena. La gente se congregó y apenas sonó la bocina de inicio todos pusimos el cuerpo tenso viendo aquellas zancadas que daba la de Hermosillo, y allá iba adelante, en el carril, engañosamente atrás del resto de las competidoras, sus pulmones extendidos como velas, apretados como balas cuando salió por la curva y comprendimos, en milísimas de segundo que Ana no iba a ganar. La maldita de Tonique Williams se adelantó. De nada sirvió que Ana extendiera el cuello... había perdido.
Tenemos nuestros grandes villanos en la historia: Poinset, Picaluga, Lane Wilson, el chacal de Huerta, el manco de Obregón, Díaz Ordaz y compañía. En el deporte algunos árbitros internacionales y sin duda Tonique Williams, la jamaiquina que nos arrebató el triunfo.
Ahora Ana Guevara se retira. Que de nada sirva, que no se ponga Hermosillo a hablar de que se siente lleno de energia y no sé qué más. Que se calle. Que Hermosillo y Lara y todo esos se callen. Cállense, ustedes no son como Anita.
1 comentario:
Es una pena! Realmente un país no necesita ser rico para tener atletas brillantes (Rumania, Brasil, Cuba, URSS, los tienen)
Publicar un comentario