miércoles, febrero 06, 2008

Últimamente me he encontrado en varios blogs, opiniónes que defienden la "buena poesía" del manejo que hacen de esta diversos grupúsculos culturales. También he encontrado blogs y opiniones que defienden la buena narrativa de los grupúsculos culturales. Voces se erigen para defender el arte. Eso me parece bien, porque el arte siempre encuentra quien lo defienda en todos las épocas y todos los días. Sólo me pregunto ¿de cuándo acá la buena poesía o la buena narrativa necesita de Quijotes que salgan en defensa de ellos? ¿No son más bien estos blogs y opiniones, visiones que nacen de una casa de espejos, donde no se critica la esencia sino lo que se proyecta en una confusión de repeticiones de lo mismo?
Pero luego asisto a lecturas de poesía y descubro lo que se critica y me diho, ok... a esto se refieren. Ayer fui a una lectura de poesía y escuché un muy buen poema (lo que yo entiendo como poema que para cada quien es algo distinto). Vamos, en resto de los poetas pasaron de noche, pero esta chica leyó yo creo, unos muy buenos poemas, pero su actitud mataba al poema. Se cubría la cabeza con una gorra, engolaba la voz dándole un tono cantadito, apretaba los labios para que le saliera cierto argentinismo, hacía la voz de niña chiflada... en fin. Muy bueno poema y muy mala actitud.
Pero luego me dije, ya estoy haciendo justo lo que critico. Además, he descubierto que cuando se trata de discutir poesía no se trata de discutir en realidad, sino de tener la última palabra. Yo no quiero quitarles ese placer a los críticos. No, no, ni me pasa por la cabeza. Sólo me parece curioso que algo tan subjetivo como es la poesía, tenga tantos defensores y detractores. Es como aquella visión de dos hombres en el desierto ante un elefante. Es una gran víbora con patas, decía uno. El otro respondió: es un ángel.
Así justo pasa con la poesía y la narrativa. Una vez que se eliminan detalles técnicos, siempre necesarios de corregir, todo lo demás cae en el amplio terreno de la figuración. Y la figuración, necesita anclas y vaya uno a saber en qué parte de nuestra infancia podrida o de nuestras lecturas sublimes están esas anclas.

2 comentarios:

Iliana dijo...

Mmm, tal vez en lugar de criticar la poesía o la narrativa sea comentar. Por ejemplo, hablaba con un amigo el otro día sobre Ezra Pound, estoy leyendo los Cantos y aunque me considero una aceptable lectora de poesía (con esto quiero decir que la disfruto) la verdad es que no le entiendo y me molesta un poco la actitud del autor, me parece demasiado elevado o que habla en una jerga que no se le entiende. En fin, que aunque no le entienda sigo leyendo porque albergo la esperanza de disfrutar el libro. Esto lo comentaba con mi amigo, y en lugar de echar pestes de él estuvimos comentando sobre el autor, pienso que fue enriquecedor sólo comentar y ya.
Ya eché mi rollote :-D Saludos

Jorge Solís Arenazas dijo...

Una de las más preciosas justificaciones para leer poesía es el anhelo que tiene el lector de poder hablar mal del autor. Y así, como decía la fábula, a cada quién según sus necedades y a cada cual según sus discapacidades (o, para usar el eufemismo en boga, sus "capacidades especiales").

Etcétera