martes, septiembre 20, 2005

XXIV

Hoy pensé otra vez en mi muerte. Así, sin proponermelo, me llegó de golpe la imagen de mi cuerpo inerte, vacías las venas, reunido el silencio en mis huesos si es que acaso la sangre y los tendones hablan entre sí al moverse. Vi mis párpados que ya no serán míos, mi vientre hundido en la nada de visceras desaparecidas. Van a hacer conmigo lo que quieran. Si digo, no quiero féretro abierto, seguro estoy alguien dirá: "quiero verlo por última vez" y ante la exclamación de angustia subirán mi tapa y ahí estaré yo placidamente no siendo, placidamente sin ser nunca.
Hoy pensé entonces en esas manos que me moverán de una plancha a la otra, sin cuidado, como un cuerpo más y me dije que si soy tocado por última vez por manos queridas, por ojos que me miren con amor y no sólo como un objeto seré muy bendecido. Tengo que hacerme amigo de un embalsamador o de taxidermista cuanto antes.