domingo, diciembre 24, 2006

En paz

Estoy en paz con mi envidia. No deseo de nadie ni su mujer ni su oro. Si me presentaran un plato con las mejores viandas, dejaría que otro, antes que mí, pasara al frente, se le deleitara el paladar con los guisos, la manufactura de las salsas. Tengo mi soberbia también en los fondos abisales y ira juega al fondo de la calle con mi natural pereza. Pero hoy me encuentro en paz con mi envidia aunque mis otros pecados anden alebrestados entre tanta juerga, soledad y fuegos artificiales. ¿Qué le he dado a mi envidia para tenerla así, tan indefensa? Sólo le he dado de ti.