viernes, diciembre 15, 2006

Que me traigan canciones aunque ya me haya muerto

Es curioso cómo la muerte alcanzó a Valentin Elizalde inmortalizando su rostro duro, adulto, para alguien de 27 años. Es curioso cómo la muerte llenó de fama el nombre de este cantante importante dentro de la música norteña pero colateral dentro de las muchas corrientes musicales de este país. La muerte lo alcanzó en la madrugada en la ciudad de Reynosa y calló una de las carreras más prometedoras. En sitios web, en noticieros del corazón, la nota ocupó un lugar importante y las "líneas de investigación" para encontrar al culpable son tan profundas que dieron sólo con un culpable: los cárteles del narcotráfico.
Sin embargo, ese aviso -no puede ser considerado de otra forma-, tuvo un segundo llamado cuando en días pasados fue baleada la camioneta de otro cantante de música norteña. Lupillo Rivera, famoso por su calva y sus apariciones en las alfombra roja seguido por una banda con tubas, trompetas y acordeones, fue tiroteado en la ciudad de Guadalajara. Los impactos de bala tenían como blanco su camioneta. Lupillo, misteriosamente, no levantó ninguna denuncia de hecho.
Hoy, en el diario El Universal aparece la nota del asesinato de uno de los integrantes del grupo Los implacables del norte. La muerte lo encontró mientras hablaba por celular. Con esta, son ya tres avisos en menos de un mes contra los músicos norteños. ¿Porqué contra ellos, quienes son los primeros en emocionarse por un narco corrido, quienes buscan el amparo de los narcos para componerles sus canciones? En una tierra donde sólo importa la violencia, la música debe loar esa violencia.
Los ajustes de cuentas deben de estar en grados alarmantes. ¿Quién controla la venta de droga y estupefacientes en los conciertos de música norteña? ¿Qué cártel controla esos accesos, qué cártel financia esas carreras a cambio de las ventas de droga en esos conciertos multitudinarios en ranchos, metro domos y expos? Cantarle a los muertos es una tradición que poco a poco se pierde en nuestro país como muchas. ¿Quién irá a componerle a los narcos si ellos están matando a sus fabuladores, a los únicos que pueden hacer de sus vidas una canción para que los recuerden. Porque, cuando se hayan ido, sólo quedaran las canciones, esa memoria colectiva a la que Elizalde, Lupillo y el integrantes de Los implacables del Norte han hecho e hicieron sus aportaciones.