domingo, diciembre 24, 2006

Una mordidita, por favor.

Se llama Juan y la secretaría de Transito de Monterrey lo dejó, junto con dos oficiales, a que consiguieran su navidad en la esquina de Matamoros con Doctor Coss. Mi amiga Maya les gusta para eso. La detienen, le piden todos los documentos y después le dicen que, si los puede acompañar. Venimos del Reforma de tomar un par de tragos para festejar el cumpleaños de O. Pero Juan, que nunca leerá esto, le dice a Maya que por favor lo acompañe. Los veo discutir en el espejo retrovisor y bajo. Comienzo a alegar con Juan y otro oficial. Mis opiniones empiezan a pesar y el oficial me dice: ¿Quiere ayudar a su amiga, en realidad quiere ayudar a su amiga? Bueno, pues hágase a un lado, me dice el oficial.
Me alejo un poco con las piernas temblándome del coraje y sólo veo como Maya discute con el oficial. Al final regreso. El oficial dice que ya mandó llamar la grúa, que cuesta 480 pesos. Que él no la puede pagar, que una vez que sale ya no puede hacer que regrese. Escucho su diatriba corruptil, retórica de un infante de cuatro años. Y pienso en qué vida tendrá ese hombre para hacer de la corrupción su navidad. Y lo miro bien, no le calculo ni 28 años y ya está con la mordidita por favor. Maya le explica que ya se iba a su casa, que sí, se tomó una cerveza, que fue honesta, que sólo quería llevar a su amiga y al novio de su amiga al barrio antiguo. Pero el oficial no cede.
-¿Y cuánto cuesta ser cortés con los amigos? -le pregunto al oficial y sonríe en la noche, con el frío, con los autos pasan junto a nosotros.
-Pues la grúa cuesta 480 pesos.
-No, bueno, oficial, usted sabe que no se trata de eso, por favor, dígame de qué se trata en realidad. Dígame cuanto cuesta ser cortés con los amigos.
Y el oficial me mira de reojo pero yo insisto.
-No es la grúa -le digo-, usted y yo sabemos que no se trata de una infracción, ¿cuántos años tiene tránsito de Monterrey y nunca se ha tratado de levantar infracciones. cuando detienen un carro.
Y el oficial se calla, se aleja y le entrega los documentos al otro tránsito y le dice:
-dejalos ir por esta ocasión y se aleja, mohino, navideñamente corrupto a la banqueta de la Capillas de los Dulces Nombres.
Nosotros nos vamos con las piernas y la impotencia a flor de noche buena. ¿A cuánto gente sí le tomará el dinero Juan esa noche? ¿Cuántos de esos que pagaron la mordida irán a estrellarse al río, a los postes, con otros carros? No lo sé. Pero Juan estará felizmente en casa con su mordida de 40 pesos, para comprarse una cerveza y tal vez, con ella decir salud hoy noche buena.