lunes, diciembre 11, 2006

Vencer al sensei

La sala es negra. Una joven con vestidos orientales y manos juntas da la bienvenida a los espectadores. Se pasea entre las sillas a ambos lados del escenario, que no es más que un espacio rectangular delimitado por franjas platedas. El sonido explica a los espectadores de la primera fila, al ras del escenario, que no deben de mover brazos, ni extender los pies, que deben de mantenerse en una celosa posición inamovible. La chica oriental revisa con minucia que ningún pie pase la raya, regaña, gesticula amistosamente cuando es obedecida.
La obra es Vencer al sensei y se representa en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico. Cuando se apagan las luces todos los espectadores nos damos cuenta de porqué se pedía cero movimiento. Un maestro sensei y su alumno salen de distintas puertas con katanas en mano y empieza frente a nosotros un combate colosol, titánico. Las katanas brillan con la luz. La estridencia de los golpes estremece.
Vencer al sensei, la obra de Richard Viqueira es una mezcla divertida y filosófica donde confluyen el anime japones, la acción, el arte del mimo y un teatro experimental. No hay en la obra mesas para tomar te ni personajes que dialogan sobre las grandes verdades del ser, sino una profusión de acción, de batallas, de sonrisas. No es curioso entonces que varios sectores del público sean niños y que les brillen los ojos con cada esgrima fantástica.
Los actores despliegan en escena, una escena carente de elementos pero llena con los personajes, la vida en un monasterio y la lucha de un alumno por vencer a su maestro. Las batallas, los actos, el pleito de alumno y maestro por una botella de sake, el maravilloso combate con palillos chinos, el colorido de una danza bélica con coloridas sombrillas que rasgan el aire dejando haces verdes o lilas aumentan en el espectador la sensación de la magia.
El maestro y el alumno -con los pelos puntiagudos como un Gokú cualquiera- combaten, ríen, comen, exploran en la oscuridad sólo con su deseo por combatir, por vivir. Excelentes los tres personajes: la chica oriental, el alumno y el maestro. Al salir de Vencer al sensei dan ganas de ir por un ánime para seguir viendo esas fabulosas batallas, ese mundo que queda impregnado en una sala que deja de ser oscura para convertirse en un bosque de grandes bambus, en un bosque con grama tierna y llena de rocío donde al final siempre, cae un cuerpo y una espada vuela en el aire para herir la tierra.