sábado, diciembre 30, 2006

Hussein

Siento un poco de lástima por Hussein ahorcado esta mañana de sábado en Bagdad. Es inevitable, pienso, no sentirme un poco triste por ese desgraciado dictadorzuelo a pesar de que asesinó a cientos o miles de kurdos, a pesar de su régimen de terror y su guerra fraticida con Irán en los años ochenta. Miles de hombres murieron por ese apellido. Miles de familias huyeron de sus casas a causa de ese apellido pero ahora es inevitable que no sienta lástima por ese dictadorzuelo asesinado en la horca porque lo mataron no por esos crímenes sino para validar todos los demás. Su muerte valida ante los norteamericanos su guerra sucia en Irak. La muerte de Hussein valida los coches bomba, los niños muertos por fuego americano, las oraciones interrumpidas ante el cadáver de los hermanos.
Y mientras, que el mundo siga su cauce, que las muchachas y los muchachos vayan esta noche a emborracharse a los antros de la ciudad, que digan salud con las cervezas heladas, que se acaricien en la oscuridad de las discotecas y tras las columnas. Hoy han matado a Hussein. Hoy han matado a Hussein. Hoy Estados Unidos tiene más permiso para llevar junto al dictador a miles de niños, a miles de hombres gracias a la farsa de ese juicio. Ojalá te hubieran condenado por tus verdaderos crímenes, Hussein, gobernador terrible con alma de escritor. Ojalá por tus verdaderos crímenes sí te hubieran llevado a la horca. No por esto, no para justificar lo otro. Que Alá, si lo desea, te acoja.