lunes, abril 25, 2005

Cuevas no es erótico

Cuevas es pintor. Cuevas tiene un Museo que se llama José Luis Cuevas en el Centro Histórico. La máxima atracción del Museo es La Giganta, colosal escultura de una mujer que parece querer salir de otra mujer. Con sus cabeza que parece mirar en múltiples direcciones, con brazos descoyuntados y demoledores pies La Giganta mira hacia la entrada principal del Museo con una sonrisa apenas percibida y con un aire de matrona que seduce.
Alrededor del patio central hay una serie de pasillos que dan a las galerías donde se montan las exposiciones. Los pasillos tienen baldosas duras color de barro mientras que las habitaciones donde se expone la obra tienen alfombra. Como hace calor dentro del Museo, algunas de las galerías tienen abanicos de pedestal que lanzan al bochorno del interior un aire ralo, apenas servible.
Fui al Museo José Luis Cuevas, atravesé el eje central con sus trolebuses extendidos, caminé frente al Palacio de Minería que mira la fachada gris y seria del MUNAL, llegué por Tacuba hasta la calle trasera de la Catedral donde estaban cerrando el Centro Cultural España y luego de ver un zócalo ya casi vacío después del mitin de López Obrador llegué finalmente al Museo José Luis Cuevas. Iba a ver la exposición "Erótica" del pintor en homenaje, creo, a su nueva mujer: Carmen Cuevas.
La exposición consta de dos salas. En la primera hay expuestos óleos de grandes dimensiones donde hay hombres y mujeres cuyas siluetas se entreveran, se hunden una en la otra, como lamiéndose apenas. Uno puede imaginar el suspiro de las pieles, el roce tibio de las manos pero eso está en la imaginación, no en la obra. Hay ahí una cama con sábanas de satín rojo y cabeceras de barrotes de bronce junto con el letrero "No tocar". La cama, sólo gracias a un gran ejercicio de imaginación me puede resultar erótica. Más parece una cama donde ha agonizado mucha gente. ¿Alusión a la muerte chiquita? No lo creo.
La segunda sala está casi al lado de la primera después de pasar las escaleras que conducen al segundo piso. Es una galería pequeña, confortable, medio oscura. El guionista del montaje debió de suponer que eso era erótico. Esta sala presenta varios cuadros de pequeñas dimensiones, apenas de 30 centímetros cuadrados. Son la mayoría pequeños dibujos de felaciones, masturbaciones, besos negros, penetraciones anales, piernas abiertas que muestran vulvas oscuras y resecas, penes erectos de prepucios recogidos que muestran glandes rosados y ciclópeos.
Hay alrededor de treinta cuadros de este tipo. Salvo dos, donde Cuevas ―orgullosamente todos los cuadros muestran a Cuevas al momento del recogimiento―, con una mano acaricia el sexo de la mujer y con la otra aferra la mano femenina mientras mira a los ojos de la amante, el resto son reproducciones baratas, carentes de deseo. Me imaginé esas pequeñas imágenes sexuales que a principios del siglo pasado eran la delicia de onanes voyeuristas y pasaban de mano en mano.
¿Qué es el erotismo? El erotismo es la ansiedad del acto sexual. El erotismo es todo aquello que retarda también el acto sexual y que lo impulsa. Todo lo que le da ansiedad y pospone es bienvenido. Como dice el poema "La espera forma parte de la alegría" de Luis Rosales, poeta español posterior a la generación del 27: "y sé que el corazón hay que reunirlo poco a poco,/ hay que reunirlo prematuramente/ para poder tenerlo todo junto en el momento necesario."
Sólo así es como el erotismo puede crecer, navegar ante esas aguas desesperadas pero que detienen. El erotismo, como el corazón, hay que reunirlo poco a poco, prematuramente para hacerlo explotar en el momento necesario. Cachondeo no es erotismo. La obra erótica de Cuevas son burdas representaciones abstractas donde el erotismo hace mucho que dejó de ser. Recuerdo que contemplaba las imágenes queriendo intentar un momento erótico. Me dije, si me dan ganas de coger esto funciona. Pero yo miraba el cuadro y seguía pensando en el calor que hacía ahí dentro.
El arte es revelación, es descaro también. El arte debe de crear una reacción. Fue algo que no encontré en la obra "Erótica" de Cuevas. Comparé su obra con esas ganas fáciles y efímeras de cuando ves una revista como Maxim o H para hombres. El sexo es efímero pero el erotismo bien hecho nos sigue estremeciendo con el paso de los años. La obra de Cuevas es como eso, como un urgencia, una venida fácil frente al televisor. Y también es mucho dinero perdido porque la ciudad está plagada de publicidad referente a la exposición. Con Cuevas se aplica muy bien un adagio: "lo que eres me distrae de lo que pintas". Cuevas no es erótico. No al menos allí. Al menos allí, como dice el poema de Rosales, no hay nada reunido, no hay un corazón listo para estremecernos, no hay una imagen sugerente que nos desvista.