La blogaridad
El internet es la nueva América descubierta. Así como los antiguos llegaron con sus pesados galeones y al pisar tierra se hincaron y enarbolaron los estandartes de la fe y de la reyna para que los nuevos aires las desplegaran con sus gloriosas heráldicas, así ahora nosotros, los internautas, llegamos a la pantalla y tecleamos nuestras triple heráldica, nuestro www.instintocontagioso.blogspot.com.
De la misma manera como al principio sólo las grandes coronas europeas podían financiar los grandes viajes transoceánicos, ―en ese mar desconocido poblado de leviatanes, krakes y serpientes marinas― al principio sólo las grandes trasnacionales, las universidades con servidores poderosos y los gobiernos, eran los únicos capaces de subir a la red las normas de sus misiones y visiones. Así se fue conquistando la red, primero con los poderosos, después por los aventureros.
La internet, lo mismo que el mar, se pobló después de los poderosos por los aventureros que fueron poblando y descubriendo un mundo nuevo. Y así como el mar es una extensión de nuestras vidas, la internet es una extensión de nuestros nuevos y siempre viejos dolores. ¿Quién fue la primer persona que mandó un mail informándole a otro sobre la fiesta a la que pensaba ir el fin de semana o contándole el chisme en turno? No lo sé. ¿Quién fue la primer mujer que cortó a un hombre por mail? Tampoco lo sé.
La o El internet es una variante, una capacidad exclusiva de la curiosidad. Todo cabe en ella como en el aleph de Borges. Sus límites no son definidos y da la impresión de que siempre se está expandiendo como el universo. Pero incluso ahí, donde existe un todo que se multiplica constantemente, hemos logrado confinar fronteras, delimitar puestos de vigías, sitios en los que navegamos a gusto, seguros en sus límites. Hemos puesto en el internet todos nuestros vicios y nuestras virtudes. ¿Quién fue el primer hombre asesinado en el nuevo mundo? No lo sé ¿Quién fue la primer mujer en América que abrió las puertas de su casa para que un hombre entrara? Tampoco lo sé.
Así, como muchos, yo tengo mi pequeña parcela después de navegar por tanto y ancho mar electrónico. Como a muchos, tal vez, no me importa quiénes hayan hecho ese viaje inaugural. ¿Quién fue la primer persona que subió a su blog el poema o el ensayo escrito ese día? No lo sé. ¿Quién fue la primer persona que escribió en su blog sobre como le había ido en su primer día de trabajo en la oficina o la forma miserable como había sido esa tarde? Tampoco lo sé. Así como Caín levantó la quijada de burro para asesinar a su hermano, ¿quién fue el primero en poner un comentario irónico u ofensivo contra alguien en un post?
El blog y el internet son también la medida del hombre. Todo lo bueno y todo lo malo, todo lo perverso y todo lo sublime están ahí. El blog ha puesto al alcance de todos la botella para lanzar su mensaje a ese mar que ya no es surcado por los pesados galeones, ni por los grandes trasatlánticos. El mensaje dice: “estoy aquí, conóceme, esta es mi tierra. Leerás conmigo cosas sorprendentes. Bienvenidos aquí los dragones y las ficheras. Bienvenidos aquí los tratantes de blancas y los de espíritu recto. Esta es mi parcela en tanto mundo nuevo”. Y la botella sale al mar y un día cualquiera, alguien teclea, no lo sé, www.lechuzadelosmares.blogspot.com. El contacto se hace. El descubrimiento entonces, está en marcha.
El internet es la nueva América descubierta. Así como los antiguos llegaron con sus pesados galeones y al pisar tierra se hincaron y enarbolaron los estandartes de la fe y de la reyna para que los nuevos aires las desplegaran con sus gloriosas heráldicas, así ahora nosotros, los internautas, llegamos a la pantalla y tecleamos nuestras triple heráldica, nuestro www.instintocontagioso.blogspot.com.
De la misma manera como al principio sólo las grandes coronas europeas podían financiar los grandes viajes transoceánicos, ―en ese mar desconocido poblado de leviatanes, krakes y serpientes marinas― al principio sólo las grandes trasnacionales, las universidades con servidores poderosos y los gobiernos, eran los únicos capaces de subir a la red las normas de sus misiones y visiones. Así se fue conquistando la red, primero con los poderosos, después por los aventureros.
La internet, lo mismo que el mar, se pobló después de los poderosos por los aventureros que fueron poblando y descubriendo un mundo nuevo. Y así como el mar es una extensión de nuestras vidas, la internet es una extensión de nuestros nuevos y siempre viejos dolores. ¿Quién fue la primer persona que mandó un mail informándole a otro sobre la fiesta a la que pensaba ir el fin de semana o contándole el chisme en turno? No lo sé. ¿Quién fue la primer mujer que cortó a un hombre por mail? Tampoco lo sé.
La o El internet es una variante, una capacidad exclusiva de la curiosidad. Todo cabe en ella como en el aleph de Borges. Sus límites no son definidos y da la impresión de que siempre se está expandiendo como el universo. Pero incluso ahí, donde existe un todo que se multiplica constantemente, hemos logrado confinar fronteras, delimitar puestos de vigías, sitios en los que navegamos a gusto, seguros en sus límites. Hemos puesto en el internet todos nuestros vicios y nuestras virtudes. ¿Quién fue el primer hombre asesinado en el nuevo mundo? No lo sé ¿Quién fue la primer mujer en América que abrió las puertas de su casa para que un hombre entrara? Tampoco lo sé.
Así, como muchos, yo tengo mi pequeña parcela después de navegar por tanto y ancho mar electrónico. Como a muchos, tal vez, no me importa quiénes hayan hecho ese viaje inaugural. ¿Quién fue la primer persona que subió a su blog el poema o el ensayo escrito ese día? No lo sé. ¿Quién fue la primer persona que escribió en su blog sobre como le había ido en su primer día de trabajo en la oficina o la forma miserable como había sido esa tarde? Tampoco lo sé. Así como Caín levantó la quijada de burro para asesinar a su hermano, ¿quién fue el primero en poner un comentario irónico u ofensivo contra alguien en un post?
El blog y el internet son también la medida del hombre. Todo lo bueno y todo lo malo, todo lo perverso y todo lo sublime están ahí. El blog ha puesto al alcance de todos la botella para lanzar su mensaje a ese mar que ya no es surcado por los pesados galeones, ni por los grandes trasatlánticos. El mensaje dice: “estoy aquí, conóceme, esta es mi tierra. Leerás conmigo cosas sorprendentes. Bienvenidos aquí los dragones y las ficheras. Bienvenidos aquí los tratantes de blancas y los de espíritu recto. Esta es mi parcela en tanto mundo nuevo”. Y la botella sale al mar y un día cualquiera, alguien teclea, no lo sé, www.lechuzadelosmares.blogspot.com. El contacto se hace. El descubrimiento entonces, está en marcha.