Todas las mañanas una mujer pasaba frente a una tienda rumbo al mercado. El tendero, un hombre flaco y de mirada de halcón la detenía al pasar y le decía:
-Ya es hora de que vengas conmigo.
Ella se sacudía del apretón de brazo sin responderle y seguía adelante.
Una mañana, cansado de las negativas de la mujer, el tendero la espero afuera con un palo en la mano.
-Ya no puedes pasar por mi acera -le dijo.
La mujer lo miró con tristeza y se bajó de la banqueta.
-Tampoco puedes pasar por la calle -agregó el tendero-. La calle es mía.
La mujer entonces dio un pequeño suspiro que se fue desmoronando con dolor en el pecho del hombre.
-¿Por qué me haces este daño? -le preguntó- La calle es tan ancha... ¿qué te hace pensar que tu camino y tu ley es única... acaso porque me ames tengo que amarte yo también?
El tendero bajó los brazos al ver el enojo y dejó caer el palo y la vio irse, concentrada ella en sus faenas. Se preguntó cuántas cosas haría la mujer ese día y los días siguientes. Eestuvo esperando fuera de la tienda que ella pasara para que viera su nueva mirada, ya no de halcón, sino de afecto pero la mujer ya no pasó y el hombre se quedó a oscuras.
-Ya es hora de que vengas conmigo.
Ella se sacudía del apretón de brazo sin responderle y seguía adelante.
Una mañana, cansado de las negativas de la mujer, el tendero la espero afuera con un palo en la mano.
-Ya no puedes pasar por mi acera -le dijo.
La mujer lo miró con tristeza y se bajó de la banqueta.
-Tampoco puedes pasar por la calle -agregó el tendero-. La calle es mía.
La mujer entonces dio un pequeño suspiro que se fue desmoronando con dolor en el pecho del hombre.
-¿Por qué me haces este daño? -le preguntó- La calle es tan ancha... ¿qué te hace pensar que tu camino y tu ley es única... acaso porque me ames tengo que amarte yo también?
El tendero bajó los brazos al ver el enojo y dejó caer el palo y la vio irse, concentrada ella en sus faenas. Se preguntó cuántas cosas haría la mujer ese día y los días siguientes. Eestuvo esperando fuera de la tienda que ella pasara para que viera su nueva mirada, ya no de halcón, sino de afecto pero la mujer ya no pasó y el hombre se quedó a oscuras.