Están Muertos
Grabriela Torres
Harakiri Plaquettes
Creados por la imaginería popular o por la mente de escritores geniales que vieron en la noche lo sobrenatural de sus miedos, los seres nocturnos siempre han fascinado y atemorizado a la humanidad desde tiempos antiguos. Monstruos como Frankenstein, el hombre lobo o Drácula, tuvieron su dominio sin cuestionamientos desde el siglo antepasado pero poco a poco fueron cediendo su terreno para dejar los dominios de la noche a otro tipo de bestias que al igual que ellas, parecen vivir muertos en vida según las condenas de sociedades moralistas y en boga. Estas nuevas bestias, prostitutas, jóvenes en fiestas que se alargan hasta el embrutecimiento, gays en búsqueda o chichifos, permean las páginas de Están Muertos, (Harakiri Plaquettes, 2004) de Gabriela Torres que vuelve a retratarnos a estos seres espectrales que son ahora dueños absolutos de la noche. Con un pulso firme para su edad, donde generalmente los jóvenes autores andan en busca de otras cosas, Gabriela Torres nos presenta en su plaquette, como el científico que muestra sus colección de seres raros con los que asustará al mundo, un anecdotario terrible de los seres de la noche que sin embargo no dejan de impulsarnos a la ternura. Desfilan por la obra mujeres enamoradas de homosexuales, grupos de jóvenes envueltos en la fiesta, hombres con su estima desgarrada y prostitutas que consuelan a muchachitos imberbes y dolidos. Son pocos los autores que logran no crear en el lector el sentimiento de rechazo ante seres dignos de la indignación entre el común de la gente. ¿Quién no ha oído hablar despectivamente de gays y prostitutas? Pero Gabriela Torres no crea rechazo alguno. Sus cuentos terminan por convencernos de que en todo ser de la noche, por peor que se nos presente, siempre alumbra algo de humanidad. Doscientos más el cuarto, segundo cuento del volumen, es por sobre todos, una pequeña disección de cómo Torres nos muestra la frágil humanidad que incide en los seres de la noche. Infalible joya de la ternura nocturna, Doscientos más el cuarto es la punta de lanza de los cuentos de Estan Muertos, donde Gabriela Torres ha sabido manejar con madurez su muestrario exótico de esperpentos arrancándonos una sorpresa y afecto hacia sus personajes, de la misma manera como Shelley y otros al final de sus obras, nos han hecho sentirnos más cercanos al monstruo: llámase Frankenstein o como sea.
Grabriela Torres
Harakiri Plaquettes
Creados por la imaginería popular o por la mente de escritores geniales que vieron en la noche lo sobrenatural de sus miedos, los seres nocturnos siempre han fascinado y atemorizado a la humanidad desde tiempos antiguos. Monstruos como Frankenstein, el hombre lobo o Drácula, tuvieron su dominio sin cuestionamientos desde el siglo antepasado pero poco a poco fueron cediendo su terreno para dejar los dominios de la noche a otro tipo de bestias que al igual que ellas, parecen vivir muertos en vida según las condenas de sociedades moralistas y en boga. Estas nuevas bestias, prostitutas, jóvenes en fiestas que se alargan hasta el embrutecimiento, gays en búsqueda o chichifos, permean las páginas de Están Muertos, (Harakiri Plaquettes, 2004) de Gabriela Torres que vuelve a retratarnos a estos seres espectrales que son ahora dueños absolutos de la noche. Con un pulso firme para su edad, donde generalmente los jóvenes autores andan en busca de otras cosas, Gabriela Torres nos presenta en su plaquette, como el científico que muestra sus colección de seres raros con los que asustará al mundo, un anecdotario terrible de los seres de la noche que sin embargo no dejan de impulsarnos a la ternura. Desfilan por la obra mujeres enamoradas de homosexuales, grupos de jóvenes envueltos en la fiesta, hombres con su estima desgarrada y prostitutas que consuelan a muchachitos imberbes y dolidos. Son pocos los autores que logran no crear en el lector el sentimiento de rechazo ante seres dignos de la indignación entre el común de la gente. ¿Quién no ha oído hablar despectivamente de gays y prostitutas? Pero Gabriela Torres no crea rechazo alguno. Sus cuentos terminan por convencernos de que en todo ser de la noche, por peor que se nos presente, siempre alumbra algo de humanidad. Doscientos más el cuarto, segundo cuento del volumen, es por sobre todos, una pequeña disección de cómo Torres nos muestra la frágil humanidad que incide en los seres de la noche. Infalible joya de la ternura nocturna, Doscientos más el cuarto es la punta de lanza de los cuentos de Estan Muertos, donde Gabriela Torres ha sabido manejar con madurez su muestrario exótico de esperpentos arrancándonos una sorpresa y afecto hacia sus personajes, de la misma manera como Shelley y otros al final de sus obras, nos han hecho sentirnos más cercanos al monstruo: llámase Frankenstein o como sea.